SANTO DOMINGO, RD.- Este sábado, República Dominicana conmemora el Día de los Fieles Difuntos, una jornada dedicada a recordar y honrar la memoria de aquellos seres queridos que han partido.

Desde tempranas horas de la mañana, ciudadanos se dirigen a los cementerios con flores, velas y recuerdos para visitar las tumbas de sus seres queridos.

En muchas ocasiones, las familias se reúnen para limpiar sus panteones y lápidas, reflejando el respeto y el amor por sus seres queridos fallecidos.

En conversación con LISTÍN DIARIO, Fray Miguel Ángel Gullón, domínico, compartió el significado de esta tradición en la Iglesia Católica y su importancia espiritual y cultural en la sociedad dominicana.

una celebración de fe y comunión

Grullón contó que se remonta con el abad San Odilón, de Cluny, en el año 998, que prescribió a todos los monasterios sometidos a su jurisdicción, que el día siguiente al de la festividad de Todos los Santos, se hiciera memoria de todos los difuntos y, más tarde, en el siglo XIV, Roma admitió esta celebración.

En sus palabras, subrayó la diferencia entre esta celebración y la festividad de Todos los Santos, que es el primero de noviembre. Mientras que el Día de Todos los Santos honra a aquellos que han alcanzado la santidad, el día dos de noviembre está dedicado a todos los fieles que han fallecido y por quienes se elevan oraciones y se ofrecen sufragios.

“El Día de Todos los Santos celebra a quienes ya gozan de la vida eterna, mientras que el Día de los Fieles Difuntos nos recuerda a aquellos que aún necesitan de nuestras oraciones para alcanzar la plenitud del Reino de Dios”, señaló, haciendo eco de una enseñanza que la Iglesia ha mantenido durante siglos.

Fray Gullón también destacó los símbolos que rodean esta conmemoración, como las velas y las flores, elementos omnipresentes en los cementerios dominicanos durante este día.

Las velas, según explicó, representan la luz de la resurrección, “del Cristo resucitado que venció las tinieblas de la muerte”, mientras que las flores son un acto de amor.

“Es la mejor ofrenda para recordar a nuestros seres queridos. Así como cuando se visita a un familiar se le llevan flores también ofrecemos flores a quienes nos precedieron. En otros países como México y Guatemala las familias pasan el día al lado de la tumba compartiendo la comida, incluso ofreciendo al difunto. No se entiende un cementerio sin flores o descuidado, sería una falta de respeto”, expresó.

Fray Gullón resaltó que aunque es una tradición muy antigua, quizás se olvida un poco el sentido religioso, pero afirmó que “en el fondo, Dios sigue presente, acogiéndonos con su infinita misericordia”.

“Quien olvida a sus familiares difuntos no está siendo agradecido con Dios y con la vida, pierde sus raíces”, advirtió.

Declaró que todos los países celebran en diferentes fechas esta popular devoción, sin embargo, aclaró que cambia el hecho de que hay países donde estos días son feriados “y las familias disponen del tiempo necesario para desplazarse y acudir a donde están sus familiares y amigos difuntos”.

En el país los cementerios, que suelen ser silenciosos, se transforman en lugares de encuentro durante este día. En parroquias de todo el país, se celebran misas especiales dedicadas a los fieles difuntos.

“El recuerdo entrañable de nuestros familiares y amigos difuntos es una fuente de esperanza para nuestra vida. Así como los cristianos creemos en el Dios de la vida también confiamos en que quienes ya nos han dejado están disfrutando de la vida eterna”, dijo.

reflexión

Gullón aprovechó para hacer un llamado a la sociedad dominicana a luchar por la dignidad de la vida en todas sus formas.

“Dios nos llama a evitar las muertes prematuras, aquellas que pueden prevenirse con amor, justicia y solidaridad”, dijo, rememorando el caso de Carlitos Rojas Peguero, de 12 años, a quien asesinado en La Culebra-Vicentillo, en El Seibo, el pasado 25 de marzo de 2019, un trabajador del terrateniente que desalojó de sus tierras a cientos de campesinos, según rememoró.

Según Gullón, no basta con recordar a los difuntos; es necesario luchar por los vivos, para que nadie sufra muertes tempranas o injustas causadas por las desigualdades que aún persisten en el país.