ELLOS OPINAN RD
Por: Ydalina Leticia Rosario Monción (Letty)
LOS ALCARRIZOS, RD.- A medida que el calendario de 2025 agota sus últimos folios, la República Dominicana se encuentra en una encrucijada histórica. Lo que comenzó hace unos años como una promesa de «justicia independiente» ha evolucionado hasta convertirse en el eje gravitacional que mantiene en vilo a toda la clase política nacional. El panorama actual no solo se define por quién ostenta el poder, sino por quién logra sobrevivir al escrutinio de una Procuraduría que ha redefinido las reglas del juego.
El «Efecto PEPCA»: De la Expectativa a la Sentencia
El 2025 ha sido el año de las definiciones judiciales. Tras años de procesos preliminares, la sociedad dominicana finalmente ha visto caer mazos de jueces sobre figuras que antes se consideraban intocables. La reciente condena de siete años a Alexis Medina en el caso Antipulpo y la apertura de la Operación Cobra en diciembre han enviado un mensaje contundente: el tiempo de la impunidad garantizada parece haber expirado.

Sin embargo, este avance judicial genera una paradoja política. Mientras el oficialismo (PRM) capitaliza estos procesos como trofeos de una gestión transparente, la oposición los califica de «armas de persecución», creando una polarización que amenaza con desgastar la confianza en las instituciones si los procesos no concluyen con la recuperación total del patrimonio robado.
Los Partidos ante el Espejo de la Desconfianza
El comportamiento de las cúpulas partidarias en este cierre de año revela una crisis de identidad:
1. El Oficialismo y el peso de la coherencia: El PRM lucha por mantener su narrativa de cambio mientras enfrenta el reto de depurar sus propias filas. La propuesta de integrar a los partidos políticos como sujetos obligados en la ley de lavado de activos es un movimiento audaz, pero su éxito dependerá de que se aplique «caiga quien caiga».
2. La Oposición en Reconstrucción: El PLD y la Fuerza del Pueblo navegan en aguas turbulentas. Para ellos, el desafío de 2025 ha sido demostrar que pueden ofrecer una alternativa de gobierno sin el lastre de los expedientes judiciales que asedian a sus cuadros diligénciales. Su discurso se ha centrado en el alto costo de la vida, intentando desviar la atención de los tribunales hacia los bolsillos de los ciudadanos.
3. El Surgimiento del «Voto Escéptico»: Quizás el dato más alarmante de finales de 2025 es el crecimiento del electorado que no se identifica con nadie. Cerca del 18% de los dominicanos observa con apatía el tablero político, un caldo de cultivo peligroso para el surgimiento de mesianismos o figuras «outsiders» que prometan soluciones drásticas.
La Ley de Extinción de Dominio: El Nuevo Tablero
Más allá de las cárceles, la verdadera batalla de 2025 se ha librado en el terreno financiero. Con la aplicación de la Ley de Extinción de Dominio, el Estado ha pasado de la persecución de personas a la persecución de capitales. La recuperación de más de 3,200 millones de pesos en activos ilícitos marca un hito; sin embargo, la ciudadanía exige que esos recursos se traduzcan en hospitales, escuelas y una reducción tangible de la deuda pública.
Conclusión: ¿Hacia dónde vamos en 2026?
La República Dominicana cierra el 2025 con una democracia más vigilada, pero no necesariamente más sana. La judicialización de la política ha limpiado escenarios, pero también ha dejado cicatrices de división.
El camino hacia 2026 no se ganará solo con expedientes judiciales, sino con la capacidad de los partidos para reconectar con una base social que ya no se conforma con discursos. El dominicano de hoy es un ciudadano más informado, más crítico y, sobre todo, menos dispuesto a perdonar que el crecimiento de su país sea secuestrado por el enriquecimiento ilícito de unos pocos.






