ELLOS OPINAN RD
Por: Ydalina Leticia Rosario Monción
LOS ALCARRIZOS, RD.- En el corazón de cada dominicano late un ritmo de alegría que se intensifica al llegar diciembre. Sin embargo, más allá de la algarabía y las luces, la Nochebuena nos convoca a un compromiso más profundo: la unidad familiar y la consagración en la empatía.
Este 2025, el mayor regalo que podemos ofrecernos no se envuelve en papel brillante. El verdadero tesoro es la presencia. Mantenerse en familia es el acto de resistencia más noble en un mundo que a menudo nos invita a la prisa y al individualismo.

Nuestra identidad como pueblo se ha forjado sobre la mesa compartida, el perdón sincero y el abrazo que sostiene al que está cansado.
La figura de Jesús, cuyo nacimiento celebramos, es el recordatorio definitivo de la empatía. Él no nació en la abundancia, sino en la sencillez de un pesebre, enseñándonos que la grandeza reside en nuestra capacidad de sentir el dolor y la alegría del prójimo como propios. Consagrarnos en la empatía significa mirar a nuestros vecinos, a los que están solos o a quienes atraviesan dificultades, con los ojos del Maestro.
Que en esta Navidad, nuestras casas sean refugios de paz. Que al encender los motores del optimismo para el año que viene, lo hagamos con la certeza de que, si estamos unidos y guiados por los valores cristianos, no hay desafío que nuestra comunidad no pueda superar.
¡Dominicano, que la luz de Jesús ilumine tu hogar y que la empatía sea el puente que nos mantenga siempre unidos!






