ELLOS OPINAN RD
Por: Verónica Rosario Núñez
Una enciclopedia, acceso a internet, estar preparado para las oportunidades y no temerle a los cambios parecen ser la fórmula que le ha funcionado al destacado ingeniero aeroespacial dominicano Alec Subero para alcanzar su meta: construir cohetes que viajen al espacio, una industria que espera desarrollar en la República Dominicana.
Antes de los 10 años, Alec ya había tenido su primer contacto con la ciencia: varios tomos de enciclopedias temáticas comprados por su madre para él y sus hermanos le proporcionaron fascinantes datos sobre diferentes áreas, siendo la que trataba aspectos del espacio la que causó una mayor impresión en él.

«Me leí esa enciclopedia básicamente mil veces», dice.
Curiosidades como la densidad de Júpiter todavía acuden a la mente del consumado ingeniero cuando se le pide recordar lo que marcó el inicio de su curiosidad por el insondable territorio fuera del planeta.
Sin embargo, decidirse por ser profesional en esta rama —inexistente en ese momento en la República Dominicana— no ocurrió sino hasta su adolescencia, cuando cursaba segundo de bachillerato en el Colegio Arroyo Hondo, en Santo Domingo.
- En un punto de aquel tiempo, mientras buscaba orientación sobre qué estudiar, Alec pidió un libro por Amazon, haciendo uso del enfoque original de la empresa fundada en 1994 por Jeff Bezos, quien unos seis años más tarde daría vida a Blue Origin, la empresa aeroespacial para la que actualmente trabaja.
Aquel libro enumeraba las opciones de carreras en la industria aeroespacial y de aviación, entre ellas la aeronáutica, que se enfoca en el diseño de aeronaves como el transbordador espacial, ícono de los viajes al espacio y figura clave de su enciclopedia favorita.
«Tenía como esa inclinación hacia la ingeniería y, claro está, quería algo que fuera práctico y que también tuviera un futuro», dice Alec sobre la elección de estudiar ingeniería aeroespacial sobre otras carreras más comunes en la República Dominicana.
La idea lo acompañó hasta el final de la secundaria. Con el apoyo de sus padres —ambos de San José de Ocoa—, comenzó a investigar todos los pormenores para hacer realidad aquello que se había propuesto. Durante un viaje familiar a Florida conoció la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, reconocida como la principal institución en formación aeronáutica y aeroespacial.
Identificada su carrera y el lugar donde la estudiaría, Alec se dispuso a cumplir los requisitos de admisión. Así, en enero de 1999 llegó a Estados Unidos para comenzar sus estudios a los 18 años. Reconoce que los dos primeros semestres «no fueron estelares» por temas culturales y de idioma, pero una vez superadas esas barreras, todo fue mejorando hasta completar los cuatro años sin necesidad de cursar un semestre adicional.
«Si ahí se ha graduado una persona, ahí está la prueba de todo. Yo me puedo graduar. Yo no tengo que ver que sea dominicano o no dominicano. Eso no tiene nada que ver. El cerebro es el mismo», dijo sobre las dudas de su padre respecto a que pudiera completar la carrera.
Y lo demostró. En la actualidad, el dominicano se aproxima a cumplir tres años en Blue Origin, tras haber formado parte de empresas de renombre como Cessna y Virgin Galactic.
El paso de Alec por la industria aeronáutica estadounidense
Sin embargo, llegar hasta la reconocida empresa de Jeff Bezos le costó despedirse de su país, alejarse de su familia y enfrentarse a la realidad de poseer un título que, para ejercerlo, requería cierto estatus migratorio, así como aceptar trabajos que, en un principio, no tenían una razón clara dentro de su carrera, pero que eventualmente se convirtieron en escalones que lo acercaban más a su meta.
Recuerda que para 2003, tras los atentados del 11 de septiembre, la industria aeronáutica estaba en crisis. Ante esa realidad, «quedarse sentado» no era opción.
El destino de Alec volvió a estar entretejido entre las páginas de un libro. En esta ocasión, su primer empleo fue en una librería, donde ayudaba a las personas a conseguir los títulos que le interesaban y organizaba los ejemplares en los estantes.
Un día llegó un hombre que buscaba una serie de libros sobre diseño de aviones, un tema en el que Alec era especialmente diestro. El cliente notó su conocimiento y expresó su sorpresa por encontrar un dependiente que lo guiara tan bien.
Alec le comentó que había estudiado en la universidad aeronáutica de Florida, ubicada en la cercanía de la librería. El hombre, aún más sorprendido, lo invitó a pasar por su taller, una oportunidad que Alec no rechazó y que hoy reconoce fue determinante para el futuro de su carrera.
«Eso fue algo que me benefició mucho, porque normalmente cuando empiezas un trabajo de ingeniero en oficina, con un escritorio y una computadora, es muy difícil salirte de ahí y ponerte a dar martillazos y a coger calor en un hangar«, dijo.
Tras pasar por varias empresas pequeñas, Alec buscó nuevas oportunidades en compañías más grandes. Así llegó a Cessna, líder en aviación ligera y ejecutiva. Califica esa oportunidad —que lo llevó a mudarse con su familia a Kansas— como su primer trabajo «propiamente dicho» en el sector.
Pero solo duró un año y siete meses, ya que, habituado a ambientes más dinámicos, abandonó lo que consideraba una estructura rígida que comprometía su creatividad. Para Alec, ese trabajo también significó romper su «cúpula de cristal» y salir de su zona de confort, lo que lo llevó a conocer otras realidades y a obtener nuevas oportunidades.
Después pasó a otra empresa. Tras cuatro años, se mudó a Colorado para trabajar unos años en Sierra Nevada, allí laboró en su primer proyecto para llevar personas a la Estación Espacial Internacional. Luego, el proyecto cambió a transporte de carga y eso significó una pausa para el dominicano.
En medio de ese proceso, recibió una llamada desde California: Virgin Galactic lo reclutó inicialmente con un contrato temporal en diseño y, luego de tres meses, pasó a ser empleado a tiempo completo.
Allí permaneció durante diez años, llegando a ser el ingeniero en jefe —la autoridad técnica más alta del equipo— en el desarrollo de dos naves. «Yo en esa compañía crecí. Yo ayudé a crecer esa compañía«, expresó.
Al cabo de una década, se planteó su próximo paso. Fue entonces cuando recibió la llamada que lo llevaría a su actual empleo en Washington.
Una conexión instantánea
En un momento en el que buscaba estabilidad para su familia, Alec cuenta que recibió una llamada para entrevistarse con reclutadores de Blue Origin, quienes buscaban a una persona que asumiera la responsabilidad de director de ingeniería. Acudió a la entrevista, agotó el proceso de selección y desde el primer momento hubo una «buena conexión«.
Finalmente, recibió la llamada que confirmaba que había sido seleccionado para el puesto. Una vez asumió el cargo, descubrió que su elección había sido una «decisión unánime«, tras un proceso prolongado de búsqueda del candidato ideal.
«Ellos me encontraron y vieron que había una buena combinación. Me ofrecieron el trabajo y aquí estoy. Tengo ya casi tres años. Me gusta mucho, tengo un buen equipo y estoy trabajando en lo que quería trabajar: cohetes, cohetes más grandes, cohetes que se van a utilizar para lanzar cargas suborbitales e incluso hasta la Luna«, dijo.
Desde febrero de 2023, Alec Subero está radicado en Washington, donde trabaja para la empresa de Bezos, a cargo del desarrollo de la primera etapa del cohete New Glenn, que tuvo un primer lanzamiento exitoso el pasado 16 de enero, alcanzando la órbita a miles de millas sobre la Tierra.
El New Glenn, que lleva el nombre del primer estadounidense en orbitar la Tierra (John Glenn), es un cohete de clase pesada, completamente reutilizable en su primera etapa, diseñado para operaciones comerciales, científicas y gubernamentales.
Desarrollar la industria espacial dominicana
Alec Subero admite que hay ocasiones, cuando está trabajando frente a las naves en proceso de ensamblaje, en que no puede creer que eso le esté ocurriendo a él, un inmigrante dominicano. Sin embargo, atribuye su éxito al trabajo constante, a aprovechar las oportunidades y, lo que considera más importante, a estar preparado para ese «chance».
«Yo no le culpo a nadie de que tenga más oportunidades que otros. Yo tuve muchísimas oportunidades, pero lo lamentable es que si tú tienes la oportunidad, tú no la aproveches«, expresó.
Por eso insta a los jóvenes que estén interesados en hacer carrera en el área a establecer y mantenerse enfocados en una meta, ya que considera que sin ella «no hay camino». Admite, sin embargo, que el mayor reto de los estudiantes dominicanos es no tener una industria donde ejercer su carrera, incluso si la estudian en el país.
Por ello, uno de los planes anotados en su lista de pendientes es aportar «por lo menos con un granito» en la consolidación de una industria aeroespacial en la República Dominicana, más allá de lanzar cohetes, que solo es una parte del sector.
Subero asegura que hay talento para hacer que el país se involucre en tareas de manufactura pequeña, análisis y diseño de naves, y así ir dando forma a que la República Dominicana sea «un proveedor a un mercado, quizás doméstico, pero probablemente más internacional, donde se pueda competir en costo y en calidad«.
«Mis planes en el futuro es que yo quiero crear una industria espacial en República Dominicana«, dice Subero. «Yo quiero devolverle a mi país y que sea algo concreto, algo que eventualmente sea común tener este tipo de carrera en esa República Dominicana, como la de abogado, como la de médico, como la de ingeniero civil. Eso es lo que yo quiero hacer. Ese es mi próximo paso«, subraya.