ELLOS OPINAN RD
Por: Melanie Cuevas
SANTO DOMINGO, RD.- Con la intención de procrear una patria libre, soberana e independiente de toda potencia y dominación extranjera, Juan Pablo Duarte se vio motivado a la fundación de una sociedad secreta que se denominaría “La Trinitaria”.
El 16 de julio de 1838 marca una fecha cumbre en la historia de la República Dominicana, pues fue el día que, motivado por diversas razones, se escogió para que Duarte en compañía de otros ocho amigos pactaran con sangre el Juramento Trinitario.
La-trinitaria
El nacimiento de este movimiento estuvo marcado días antes cuando Duarte le compartió a José María Serra sus ideales y pensamientos libertadores para que se convirtieran en más que exaltación de un pueblo con mensajes anónimos, en la fundación de un movimiento sólido en el que guiado por un presidente y conformado por ocho miembros, diera paso a una república independiente.
De acuerdo con el libro “Vida de Juan Pablo Duarte”, de Pedro Troncoso Sánchez, que recoge a su vez escritos y pensamientos de Serra, el ejemplo de que el movimiento podía ser posible Duarte lo veía en la “Conspiración de Los Soles de América”, una sociedad secreta de carácter masónico que perseguía la independencia de Cuba.
El ideario del patricio consistía en que el objetivo fundamental de los primeros miembros era iniciar el contacto con otros dos conjurados, con el único conocimiento de quien los unía al movimiento y “cumplir órdenes que recibiría más adelante por el intermedio”, para de esa forma expandir el movimiento a nivel nacional, inclusive, a dominicanos relacionados a los invasores y a jóvenes adeptos.
Conformando así células de tres, a quienes sería suministrada solo la información necesaria y en caso de que alguno llegase a traicionar su enlace, los demás pudieran continuar con el movimiento.
De igual forma, llegado el momento justo, se realizaría un levantamiento general, simultáneo y coordinado en cada rincón del país.
Con estas ideas claras, según recopila el libro, y con los ojos más brillantes que nunca, Duarte le compartió sus ideas a Serra, quien sin pensarlo sería uno de los nueve trinitarios fundadores.
“¡No más humillación!, ¡no más vergüenza! Si los españoles tienen su monarquía española y Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han constituido la República Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos, ya a la Francia, ya a la España, ya a los mismos haitianos, sin pensar en constituirse como los demás? ¡No, mil veces no! ¡No más dominación! ¡Viva la República Dominicana!”, recoge el libro que manifestó Duarte, dándole en ese momento un nombre a la que en sus ideales veía como una posible república.
Según el autor, Duarte explicó sus ideales, que al parecer tenían tiempo hilándose en su cabeza para convertirse en una materialización clara, con una alfabeto criptográfico y sobrenombres y colores que serían asignados a cada uno de los miembros, una vez estuviera conformado el movimiento.
“Tenía Duarte organizada bien la idea con tanta prolijidad y con tanta previsión, que bien se conocía que el proyecto bullía en su cabeza desde mucho tiempo; entonces expliqué esas distracciones habituales en que caía y de las cuales se reponía mediante una sonrisa llena de satisfacción”, se recoge en los apuntes de Serra.
Luego de estas confidencias Duarte se reuniría con Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Benito González, Félix María Ruiz, Jacinto de la Concha, Juan Nepomuceno Ravelo y Felipe Alfau, ocho amigos de la entera confianza de Duarte que quedaron invitados a una reunión en privado en la casa de Juan Isidro Pérez, el 16 de julio de 1838, a las 11:00 de la mañana.
Selección del día
La elección de aquel 16 de julio fue parte del plan de Duarte para que no levantara sospecha la reunión, puesto que ese día se celebra la Virgen del Carmen y no levantarían sospechas entre la muchedumbre que se volcaba en las calles de la Ciudad Colonial en la procesión religiosa.
La selección de la fecha fue conjunta con el lugar, puesto que la casa elegida de Josefa Pérez de la Paz “Chepita”, madre de Juan Isidro, queda justo al frente de la Iglesia del Carmen, desde donde salía la procesión de la virgen.
Una vez los nueve jóvenes llegaron al lugar, fueron recibidos por la señora en una habitación en la parte trasera de la casa, se sentaron en una mesa con nueve sillas apartadas y Duarte esperó que avanzara la procesión y con ella el murmullo de la gente para iniciar la “peligrosa” conversación acerca de la nueva aventura en la que todos brindarían un convincente sí.
Duarte inició sus palabras reconociendo los sentimientos patriotas de con quienes estaba reunido e incitando a concentrarlo en un fin “positivo, práctico y trascendental”, sin pensar en la protección extranjera, subrayando que “con la decisión de todos, nosotros solo podremos ser y mantenernos libres”.
¿Por qué la “Trinitaria”?
El porqué de la selección del nombre del movimiento, fue lo que siguió en la explicación de Duarte, fundamentado en tres razones: porque se compondría de grupos de tres para la formación, tendría como amparo la Santísima Trinidad y como lema “Dios, Patria y libertad”.
Los trinitarios tendrían cuatro toques de comunicación: sí, no, confianza y sospecha, mismos que Duarte procedió a realizar en la mesa de madera en la cual estaban sentados.
La obligación dictada por Duarte a cada uno de sus amigos, que le escuchaban con especial atención, era la de hacer propaganda “constante e incansablemente” a aquellos que podrían realizar aportes positivos al movimiento.
Asimismo, cada uno tenía la responsabilidad de realizar aportes económicos de acuerdo con sus ingresos para cubrir los gastos que incurrieran en la movilización a las distintas provincias y parajes para promover la sociedad.
Juramento
Luego Duarte les hizo saber que de continuar, pactarían un juramento con sangre y si entendían que la responsabilidad era mucha, podían renunciar a lo que todos dijeron animados que no.
Procedió Duarte a entregarles a cada uno una copia del juramento, el cual finalizada la lectura y sacando Duarte de su chaqueta un relicario, utilizó la aguja y se pinchó el dedo pulgar de su mano izquierda y lo estampó en la hoja, acción que hizo con los ocho.
“No es la cruz el signo de padecimiento; es el símbolo de la redención, queda bajo su égida constituida la Trinitaria, y cada uno de sus nueve socios obligados a reconstituirla, mientras exista uno, hasta cumplir el voto que hacemos de redimir la Patria del poder de los haitianos”, recoge el escrito que manifestó Duarte tras la juramentación .
Pseudónimos
Acompañado de un sobrenombre para cuidar la identidad de cada uno de los trinitarios también les fue asignado un color, dejando Duarte reservado para el Arístides y amarillo, que significaba política, lo que fue rebatido por los trinitarios quienes le dijeron que el color que a él le correspondía era el azul, ya que hacía alusión a la gloria.
Duarte también les proporcionó una copia del alfabeto criptográfico, el cual tenía la letra seguido del signo por el cual sería sustituido para la comunicación y que debían aprenderse.
Ratificando Duarte la meta perseguida “expulsar al intruso y la fundación de una república, libre e independiente de toda dominación, protectorado, intervención e influencia extranjera … El gobierno que está se deberá consagrar al bien de todos los asociados, no de un grupo, no de una clase, no de una familia, no de otra nación. Este gobierno deberá ser propio y jamás de imposición extraña”, de acuerdo con los apuntes de Serra reseñados en el libro.
Unión de Sánchez y Mella
Si bien Francisco del Rosario Sánchez y Ramon Matías Mella no figuran en los nueve que relata Serra, al igual que el hermano del patricio, Vicente Celestino Duarte, formaron parte fundamental del movimiento y el trato que recibieron de parte de Duarte fue igual que los ocho fundadores.
Además, tanto Sánchez como Mella fueron nombrados coroneles de los ejércitos, según los escritos de Rosa Duarte, hermana de Duarte, información que no ha sido contradicha.